¡América Latina no despierta!
- T+
- T-
Sergio Lehmann
América Latina experimentará una contracción económica durante este año, marcada especialmente por la fuerte caída de la actividad en Brasil. El resto de los países, dejando de lado Venezuela -a estas alturas un Estado cuasi-fallido desde el punto de vista económico y político- muestran una significativa desaceleración. Chile no ha escapado a este proceso, reafirmado por deterioros en la confianza. Este pobre desempeño se da bajo un contexto en que China se ha desacelerado de manera importante, llevando a un fuerte retroceso en el precio de los commodities, principal fuente de ingresos de la región. China continuará reduciendo su crecimiento hacia los próximos años y el precio de los productos básicos se mantendrá en niveles bajos, por lo que América Latina debe adaptarse a este nuevo escenario. Es necesario acotar el gasto público, y desde el punto de vista del consumo privado, entender que la región se ha empobrecido respecto de las percepciones de mayor riqueza que teníamos hasta hace unos pocos años atrás.
Las perspectivas para los próximos años son algo menos negativas, pero aún en un escenario de elevada incertidumbre. Brasil volverá a tener una contracción importante de su actividad en 2016, en tanto el resto de los países mantendrá un bajo crecimiento. Vemos además alta tensión política en varios países y ajustes aún pendientes en el gasto de algunas economías, que presentan importantes desequilibrios en sus cuentas externas, como es el caso de Colombia, y estímulos del lado fiscal que no son sostenibles, destacando, además de Brasil, los casos de Argentina y Ecuador, entre otros. A este opaco panorama se suman bajas cifras de productividad en la región, las que se han ido deteriorando de manera sostenida, producto de rigideces en los mercados, distorsiones y baja inversión.
En el ámbito político, así como en las actividades económicas, aparece como desafío clave adoptar mayor transparencia, incorporando el hecho que el escrutinio público será sistemático y crítico y los juicios respecto de nuestras acciones más severo. Tanto las empresas, consumidores y sectores políticos deben asumir esta nueva realidad. En nuestro país la lección en este ámbito ha sido dura, pero, el mismo tiempo, esto se ha convertido en una oportunidad para recuperar las instituciones públicas, hacer más trasparente la política y fortalecer las confianzas. No debemos desaprovechar esta posibilidad, que se da en un momento crítico para la sociedad chilena.
América Latina, y Chile en particular, deben despertar y entender que el escenario ha cambiado. En el ámbito económico, las condiciones externas futuras serán menos favorables respecto de lo registrado en los últimos diez años y debemos ajustarnos a esta nueva realidad. Las economías requieren de mercados más flexibles, de forma de adaptarse con rapidez a las realidades cambiantes, y adoptar una mayor responsabilidad en el gasto, especialmente desde el punto de vista fiscal. Es necesario elevar la competitividad, buscando eficiencias, sin distorsiones ni rigideces. Asimismo, la vara con que se nos mide en términos de probidad y valores es ahora mucho más exigente. Frente a ello, no podemos decepcionar a las nuevas generaciones y postergar una vez más el sueño de alcanzar el desarrollo.